El Puente de Triana, en Sevilla, es uno de los mejores enclaves de la ciudad sevillana desde donde contemplar el río Guadalquivir y los coloridos edificios de Triana. Acércate a apreciar no solo la belleza del lugar, sino también del propio puente.
El Puente de Triana, también conocido como Puente de Isabel II, se construyó entre 1845 y 1852. El puente reemplazó al Puente de Barcas, que durante siglos unía los distritos del Arenal y Triana, cerca del antiguo Castillo de San Jorge.
El Puente de Triana es un moderno puente de hierro y fue el primero de su tipo en instalarse permanentemente en Sevilla. Los puentes anteriores estaban en los barcos flotantes del río, que estaban conectados por paneles de madera. Los árabes, que construyeron el Puente de Barcas durante su estancia en Sevilla, se basaron en este principio debido a la gran variación del nivel del agua.
La construcción del puente actual fue otorgada por Isabel II a los arquitectos franceses Gustavo Steinacher y Ferdinand Bennetot. Estos ya habían diseñado los planes para un puente en París o en El Puerto de Santa María. La inauguración oficial tuvo lugar el 23 de febrero de 1852 con un desfile militar.
En 1976, el Puente de Triana fue declarado Patrimonio Cultural Nacional y, un año después, se llevó a cabo una reconstrucción. Sin embargo, solo el elemento superior fue reemplazado por uno de apoyo, por lo que los pilares ya no están expuestos a las altas cargas.
Sin lugar a dudas, el Puente de Triana, en Sevilla, es uno de los lugares de interés por los que debes pasar durante tu estancia en la ciudad. Atraviésalo y contempla desde ahí las maravillosas vistas que te ofrecerá del río Guadalquivir y de los coloridos edificios de Triana. Te aseguramos que las fotos que hagas serán espectaculares, tanto si es de día como de noche.
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