Los vinos de Jerez tienen una peculiaridad única: su proceso de elaboración es diferente a todos los vinos con denominación de origen del país. Por dicho proceso, sus majestuosas bodegas y la calidad del producto final, Jerez de la Frontera se convierte en la ciudad perfecta para aquellos que quieran disfrutar de experiencias enoturísticas. En esta entrada descubrirás el arte de crear vino en esta tierra. El proceso de criaderas y soleras se ha ido transmitiendo de generación en generación.
Una uva excepcional
El tipo de uva que más se utiliza para elaborar los vinos del marco de Jerez son la uva palomino, la uva Pedro Ximénez y la uva moscatel. La primera es la uva por excelencia de la comarca de Jerez de la Frontera. Uva autóctona relacionada directamente con la tierra de albariza y el clima de la zona.
La segunda tiene unos matices dulces y de acidez más altos que la anterior, así que aportará unas características ideales para los vinos más dulces. Por último, la uva Moscatel es una uva mejor adaptada a las zonas cercanas al mar, así que su extensión se da con mayor intensidad en la zona de Chipiona.
Proceso de criaderas y soleras
La elaboración de los vinos de Jerez es única, ya que utiliza un proceso de criaderas y soleras. La peculiaridad de este método es que el vino que se embotella es extraído de las botas que más tiempo de maduración tienen. Estas barricas están situadas en las zonas más cercanas al suelo; de ahí el nombre de solera.
La cantidad de vino que se extrae se sustituye por un vino más joven situado en las barricas superiores; de ahí el nombre de criaderas. Están dispuestas en filas de tres barricas, conteniendo la barricas superiores un vino más joven y las inferiores, más cercanas al suelo, un vino más maduro.
La singularidad y exclusividad de este sistema de crianza es que en cada botella, sea del palo que sea, habrá un pequeño porcentaje de los vinos más añejos de la bodega. Esto les aporta unas características especiales y “solera”, que hace que los vinos de esta zona sean únicos.